La tortuga estaba aburrida de
andar siempre por el mismo jardín.
- ¡Ah! -decía-. ¡Cuánto me gustaría
viajar y ver mundo! Pero camino tan despacito que no llegaré muy
lejos.
Dos patos la oyeron y se ofrecieron a ayudarla. - Inventaremos
un aparatito para que puedas viajar - le dijeron.
Entonces tomaron un
palito y, entre los dos, lo sostuvieron con el pico. La tortuga no tuvo más que
prenderse con los dientes del palo y los patos remontaron vuelo y la llevaron
por el aire.
- ¡Por fin pudo ver las copas de los
árboles, y los techos de las casas!
De pronto, se sintió tan poderosa,
tan importante, que empezó a gritar: - ¡Soy la Reina de las tortugas! -
¡Miren…cómo… vue… lo!... ¡Miren… cóo… o… o… Pero, al abrir la boca, tuvo que
soltar el palito y cayó a plomo. ¡Pataplúm! Cayó en el pasto y se dio un gran
porrazo, tan grande que estuvo dos días quejándose:
- ¡Ay, ay, ay, ay!
¡Por creerme la reina de las tortugas, ahora soy la reina de los
chichones! |
La vanidad y tonta
temeridad a menudo conducen a la
desgracia.
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Fabulas
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